terça-feira, março 15, 2005

Citando Neruda e relembrando minha visita a Isla Negra



"En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta."


Pablo Neruda



Positivamente, existe algo mais verdadeira do que essa frase?

Possa eu, todos os dias de minha existência, praticar o que Neruda verbalizou nessa sentença. O que seria de mim sem os meus brinquedos?

Como seriam tristes os meus dias... E, tendo conhecido duas casas onde Neruda viveu, uma em Santiago e outra em Isla Negra, que grande moleque era ele!

Uma pequena amostra do que vi, senti e me emocionei. transcrevo abaixo, sem edição, o que foi publicado em 18 de Julho de 2004, poucos dias após o centenário de seu nascimento, no El Correo Gallego, uma breve pincelada a respeito deste grande poeta:


"Nobel chileno de nombre checo Neftalí Reyes se bautizó como Pablo Neruda para convertirse en un cantor del amor adolescente y, más tarde, en un escritor comprometido que pasó por la clandestinidad como ornitólogo e hizo de Isla Negra su lugar de peregrinación

S.V.\SANTIAGO


"Puedo escribir los versos más tristes esta noche. Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido''. Quizás estos sean los versos más archifamosos del poeta chileno Pablo Neruda. Responden a su etapa de cantor del amor adolescente. Después vino la del escritor comprometido. Y, desde su muerte en septiembre de 1973, a escasos días de que el golpe de Pinochet le arrebatara la presidencia a su amigo Salvador Allende, la de un Nobel admirado objeto de múltiples homenajes, los más prolíficos los que estos días se están llevando a cabo con motivo del centenario de su nacimiento el 12 de julio de 1904.

Los expertos apuntan, no obstante, que la gente recuerda más sus romances —se casó tres veces, amén de un rosario de amantes—, anécdotas y compromisos políticos que su voluminosa obra.

Lo cierto es que Neruda, en sí, se erigió como todo un personaje que se creó a sí mismo. Dejó atrás su nombre de Neftalí Reyes por uno mucho menos exótico que, curiosamente, era el de un checo que encontró en una revista y que, sin él saberlo, resultó ser un escritor adorado en su país.

Incluso llegó a adoptar una personalidad completamente distinta. Lo cuenta José Miguel Varas en su libro Neruda, clandestino (Alfaguara, 2003). La razón fue esquivar la persecución que sufría desde el Gobierno de González Videla tras publicar, siendo senador, una carta criticando al presidente. Oculto desde febrero de 1948 hasta marzo de 1949, se paseó por más de una docena de domicilios y, aunque no dejó de celebrar su cumpleaños junto a un grupo de amigos, se convirtió oficialmente en Antonio Ruiz, con una espesa barba y de profesión ornitólogo. Tiene gracia la elección si pensamos que en 1934, paseando por Madrid con Miguel Hernández, éste recordó su Orihuela natal y el canto de los ruiseñores, que Neruda nunca había oído. Hernández se subió a un árbol e imitó el trino del ruiseñor.

Su rutina en Isla Negra durante el final de su vida también ha sido recreada con precisión milimétrica por el que entonces era su secretario personal. Se levantaba a las 7.30 horas, desayunaba en casa un té co leche y se bañaba, para a continuación leer ocho diarios nacionales y regionales. Le sucedía en su agenda el recibimiento de las visitas, comía entre la una y las dos de la tarde y, como sobremesa, seguía en su televisor marca Bolocco su telenovela favorita, La muchacha italiana. La siesta era imperdonable. En ocasiones, incluso le acompañaba Allende.

Su actividad literaria, ligada indisolublemente a la tinta verde, se desarrollaba generalmente por la mañana, si bien no tenía horario fijo y podía ocupar otras horas.

Los paseos por el Litoral Central, Algarrobo o Valparaíso los realizaba en compañía de su chófer, Manuel Araya, en un Citroën que le habían enviado expresamente desde Francia. La playa y los paisajes de Isla Negra se sucedían cada todos los atardeceres.

Amante de la gastronomía, el congrio era su plato favorito. También disfrutaba de la carne de ciervos y en su mesa nunca faltaban sopas y cremas, siendo su preferida la de espárragos, ni por supuesto el vino. Asimismo, le encantaba la mermelada de ciruelas.

Las fiestas en su casa de Isla Negra eran memorables y le gustaba recorrer las calles del puerto de San Antonio merodeando por las ferreterías en busca de objetos normalmente inservibles. Su pasión por las conchas y caracolas, que se exhiben en la actualidad junto a varios de sus manuscritos en Santiago de Chile dentro del amplio programa de actividades que conmemora su natalicio, proceden de la primera vez que vio el mar. "En mi casa he reunido juguetes (pequeños) y grandes, sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre al niño que vivía en él y que le hará mucha falta'', escribió Neruda."


Não é sem razão que Neruda é um de meus ídolos.


Jacques

Link de origem:
http://www.elcorreogallego.es/periodico/20040718/Sobrevivir/N265839.asp

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